Algo está cambiando....

    

    Otro día más que cojo el metro para ir al trabajo. Está lleno de gente, a las 7:30 mi línea es un horror. Se abren las puertas y veo entrar a una señora de edad avanzada. Se agarra a la barandilla que está a mi lado mientras las personas que están sentadas siguen con sus cabezas agachadas mirando el móvil. Nadie se inmuta. Los que estamos de pie nos miramos pero no decimos nada. Hay un asiento reservado para ella, pero lo ocupa un chico con aspecto desaliñado al que nadie quiere importunar. No es la primera vez que pasan estas cosas y siempre pienso que estas ciudades no son para gente mayor.... pero al mismo tiempo rebato mi idea, ¿Porqué? ¿Acaso yo misma estoy discriminando a las personas mayores simplemente porque otras carezcan de civismo y educación?

    Salgo del metro y me despido con la mirada de la señora que aún sigue agarrada de la barandilla mientras pienso que podría ser mi madre. 

    Llego a la oficina contenta. Hoy es viernes y al abrirse las puertas del público entra un montón de gente... hoy va a ser durillo. Han aprobado el ingreso mínimo vital  y muchas personas vienen a informarse. 

    A mitad de la mañana veo que mi compañero está discutiendo con una persona que no entiende muy bien el castellano. Cuando esa persona se va, mi compañero molesto me dice que está cansado de esta gente que casi no sabe ni hablar pero bien que sabe pedir ayudas... En fin, otro comentario desafortunado, uno más de los típicos que suele hacer, aunque realmente pienso que no son simples comentarios. Son una forma de discriminar a los demás. Me callo y me siento en  mi silla para seguir trabajando.  No entiendo a mi compañero pero tampoco le digo nada para no discutir.

    Antes de cerrar la oficina, la directora nos presenta a una nueva compañera....Se llama Amira al-Husayni. Ha aprobado la última oposición y va a trabajar con nosotros. Según la ví, me alegré muchisimo porque por fin empezaba a ver esa diversidad de la que siempre nos hablan en los cursos de igualdad de trato en la administración. De reojo ví que mi compañero que tenía los ojos abiertos como platos y entendí...

    Entendí que las cosas estaban cambiando y que poco a poco podemos construir una ciudadanía activa por la igualdad de trato y una sociedad mejor. Me levanté de mi sitio y fui a presentarme a mi nueva compañera.

    Volvía a casa a las 15:00 reflexionando sobre las personas que había atendido, a quienes había ayudado, pensando en cómo eran sus vidas cuando se abrieron  las puertas del metro y volví a ver entrar a la misma señora de primera hora de la mañana, con  una carpeta del Gregorio Marañón, vendría de alguna prueba médica. Otra vez estaban todos con las cabezas en sus móviles, pero esta vez me armé de valor y le dije a una chica que estaba en el asiento reservado que dejase sentar a la señora. Ella me miró. Me entró un poco de miedo por si me contestaba pero se levantó y la señora se sentó. 

    Cuando bajé del metro me volví hacia la señora y me despedí de ella con la mirada. Y esta vez ya no pensé que se tenía que ir a vivir a otro lado....por fin algo estaba cambiando.





















Comentarios

Entradas populares de este blog

Programa Salto del eje

Cuando los padres discriminan a través de los hijos